Los ciudadanos castellano-manchegos y el uso de la energíamedio rural versus medio urbano

  1. Colmenero Herreros, Isabel
unter der Leitung von:
  1. Juan Sebastián Castillo Valero Doktorvater/Doktormutter

Universität der Verteidigung: Universidad de Castilla-La Mancha

Fecha de defensa: 27 von Januar von 2016

Gericht:
  1. Emilio Gómez Lázaro Präsident
  2. Rubén Darío Torres Kumbrián Sekretär/in
  3. Eduardo Ramos Leal Vocal

Art: Dissertation

Zusammenfassung

INTRODUCCIÓN El objetivo principal de esta tesis es indagar en los comportamientos de uso energético de la ciudadanía castellano-manchega comparativamente entre el medio rural y urbano, considerando, por un lado, las características sociales de los individuos, sus perfiles, y por otro diferenciar los hábitos energéticamente eficientes y los ineficientes, y su evolución en el tiempo. Se profundiza en un tema novedoso y de futuro en España: no solo constituye el primer estudio que indaga en este tema, sino que también es la primera tesis que lo aborda. Se acomete a partir de dos técnicas diferentes de investigación usadas en las disciplinas sociales. En primer lugar se utiliza información documental y bibliográfica; se llevan a cabo varias tareas para desentrañar, de los diferentes documentos consultados en relación al tema objeto de estudio, la información que contienen, y se realiza una minuciosa búsqueda, selección, recopilación y análisis documental. Posteriormente, para llevar a cabo la fase empírica de esta tesis basada en la observación de los hechos, se usa metodología cuantitativa: se llevan a cabo cuatro encuestas en Castilla-La Mancha entre los años 2007 y 2010 que suman un total de 4.478 individuos encuestados mayores de 15 años. Se profundiza en ellas a través de análisis estadísticos descriptivos y de modelización econométrica: Modelo Logit. Se trata de cuatro encuestas que, al recoger similares indicadores e interrogantes durante cuatro años consecutivos, permiten disponer de una serie temporal y mostrar las tendencias de los comportamientos eficientes e ineficientes en lo que se refiere al uso de la energía de los ciudadanos de la región. CONTENIDO DE LA INVESTIGACIÓN No hay duda de que el cambio climático es una preocupación de gran importancia a nivel mundial, especialmente por el alarmante aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero. El efecto que las emisiones de CO2 tienen sobre el cambio climático y sus repercusiones negativas en la sociedad es una prioridad internacional, siendo objeto de Conferencias, Cumbres y programas de la ONU desde hace más de 40 años; y también de Decretos, Estrategias, Planes, etc., de la Unión Europea, que se transponen y replican en la regulación española. Son numerosos los programas, ejes, medidas y actuaciones que en las últimas cuatro décadas se orientan al cuidado del medio ambiente, a la reducción del consumo energético, y al desarrollo de nuestro entorno urbano y rural, algunas de las cuales ponen especial énfasis en el cambio de los hábitos y los comportamientos de la ciudadanía en el uso de la energía. Pero a pesar de toda esta literatura, los boletines que anualmente edita la World Meteorological Organization inciden en que la cantidad de gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera se ha estado incrementando desde el año 1984, y está alcanzando cifras máximas en los últimos años. Es por ello por lo que en esta tesis se presenta una visión general de la importancia que le dan los ciudadanos a la cuestión medioambiental y al consumo energético, partiendo del hecho de que aunque se incide en que el medio ambiente y la eficiencia energética ha pasado a ser una cuestión de prioridad mundial en las últimas décadas, todo indica que es más una cuestión de interés institucional que social: la preocupación que la ciudadanía afirma tener por el medio ambiente podría estar más relacionada con la presión de la opinión pública o el razonamiento, que con una actitud real o con una predisposición a cambiar nuestros comportamientos de consumo energético. Para indagar en la cultura energética de los castellano-manchegos se ha profundizado en sus comportamientos a través de cuatro encuestas. Del total de los diez comportamientos analizados en ese período, nueve han mejorado en esos cuatro años -con incrementos que oscilan entre el 3 y el 60%-, implicando con ello una tendencia a hacer un mejor uso de la energía y conllevando una mayor eficiencia energética, aunque no hay que dejar de mencionar que varios de los hábitos analizados continúan siendo ineficientes por ser aún minoritarios entre la población regional en el último año estudiado, el 2010. Como ejemplo hay que destacar que el comportamiento más ineficiente en el uso de la energía se hace al usar mayoritariamente el vehículo particular para realizar desplazamientos cortos -que conllevan un máximo de 20 minutos caminando-: en el año 2007 lo hacen el 85% de los conductores encuestados, y en el 2010 esa cifra apenas se había reducido al 80%. El uso del Modelo econométrico Logit presenta una correcta bondad de ajuste y una adecuada capacidad predictiva para profundizar en los datos recogidos en las encuestas. La interpretación de los parámetros pone de relieve que son las variables de edad, estudios y tiempo -en referencia a la evolución del año 2007 al 2010- las que en mayor medida están relacionadas con la probabilidad que tiene el conjunto de los castellano-manchegos de tener comportamientos energéticamente eficientes o ineficientes. De los resultados obtenidos mediante este modelo econométrico hay que destacar que: A) La probabilidad que tiene un individuo castellano-manchego de tener un comportamiento energéticamente eficiente en esos cuatro años es del 57%. B) A mayor edad, más aumenta la probabilidad de que se haga un uso eficiente. En concreto pasar de un bloque de edad a otro -joven, adulto, persona igual y mayor de 60 años- implica un incremento de los comportamientos más responsables en un 11,7%. C) Tal como se incrementa el nivel de estudios aumenta la probabilidad de llevar a cabo comportamientos energéticamente eficientes en 5,4 puntos porcentuales. D) Es en los municipios menores de 30.000 habitantes donde se hace un uso más ineficiente de la energía. E) Entre los años 2007 y 2010 se observa que el comportamiento de consumo energético de los castellano-manchegos ha tendido a ser más eficiente. E) Al analizar la probabilidad media que tienen los ciudadanos de cada una de las cinco provincias entre los años 2007 y 2010 de tener un comportamiento eficiente en el consumo de energía, se ha observado que, de mayor a menor grado de eficiencia en el consumo de energía, en primera posición están los albaceteños, con un valor del 60%; le siguen los toledanos, con un 59%; la cifra de los guadalajareños es del 58%; la de los ciudadrealeños es de un 56%; y en último lugar se sitúan los conquenses, con el 49%. El perfil del individuo castellano-manchego que más probabilidad tiene de llevar a cabo comportamientos energéticamente eficientes corresponde a: mujer, mayor de 60 años, con estudios superiores y residente de una zona urbana. En cambio, el perfil con menos probabilidad es el que corresponde a los varones, de entre 15 y 24 años, con estudios primarios, y residentes en una zona rural. CONCLUSIÓN Hemos de pararnos a reflexionar. Hay que recordar a los ciudadanos castellano-manchegos que el consumo energético no afecta únicamente al medio ambiente, sino que también es un factor importante de gasto para los hogares. En ello hay que recordar la incidencia de la pobreza energética. Este concepto no solo tiene relación con la escasez de recursos económicos para poder hacer frente a la factura de la luz, o a que se tenga que destinar buena parte de los ingresos para poder hacer frente al pago. Este concepto está vinculado a la combinación de tres aspectos del hogar: la renta familiar, el precio de la energía y la eficiencia energética de la propia vivienda. El Dictamen del Comité Económico y Social Europeo: La pobreza energética en el contexto de la liberalización y de la crisis económica en el año 2011 incide en que los precios de la electricidad, del gas y de otros combustibles como el carbón siguen su tendencia alcista, y estima que vaya a continuar esta evolución en estos próximos años. También en ese mismo año, la Hoja de Ruta de la Energía para 2050 señala que va a aumentar el precio de la energía y que el gasto de algunas fuentes energéticas se incrementará en los próximos años, tanto en los hogares como en el uso del transporte, por lo que si no se actúa de forma rápida y eficaz el número de consumidores de energía vulnerables también puede crecer de forma importante. A esto hay que añadirle que este problema no afecta a todos los países por igual: España ocupa el cuarto lugar en la UE en lo que se refiere a la cifra de personas afectadas por la pobreza energética. De darse ese pronóstico, en nuestro país incidirán negativamente las cifras de pobreza energética, pues no hay que dejar de mencionar que el número de españoles que podían estar en riesgo de pobreza energética aumenta en dos millones en tan solo dos años, del 2010 al 2012, según el estudio que lleva a cabo la Asociación de Ciencias Ambientales, ACA. Además, según los datos que recoge el INE, hay que añadir que la factura de la luz -principal responsable de este aumento- se incrementa en un 60% desde el 2007, mientras que las rentas disminuyen un 8,5%. La tendencia desde el año 2006 muestra que los ingresos de los españoles disminuyen por causa de la crisis, pero el precio de la energía se ha incrementado, y esa distancia cada vez es mayor. En paralelo, este problema en España tampoco afecta a todas las comunidades autónomas por igual: el Instituto Nacional de Estadística, en su Encuesta de Condiciones de Vida, muestra que en el año 2014 la media nacional de los ciudadanos que afirma no poder mantener su vivienda a una temperatura adecuada es del 11,1%, mientras que en Castilla-La Mancha esa cifra es superior, del 14,3%. También la evolución de las cifras es diferente en ambos ámbitos, pues, mientras que desde el año 2004 al 2009 el problema es inferior en nuestra región a la media nacional, es a partir del año 2010 cuando cambia esta situación y las disparidades se acentúan, observándose cómo, desde entonces, en Castilla-La Mancha ha empeorado mucho más este problema que en el conjunto de España. Actualmente, esta región se encuentra entre las seis comunidades autónomas en las que es mayor el porcentaje de personas que afirma no poder mantener su vivienda a una temperatura adecuada. Por otro lado, el Instituto Nacional de Estadística en la Encuesta Anual de Estructura Salarial, indica que la ganancia bruta media por trabajador/a español/a en el año 2013 es superior a la de Castilla-la Mancha: los salarios son más bajos en esta región que en la mayoría de las comunidades autónomas, y es a partir del año 2010 cuando las disparidades se acentúan más, lo que evidencia que, en esta región, en los últimos años se ha agravado mucho más este problema. Otro factor que incide en la pobreza energética es el de la eficiencia energética en el hogar: es en las viviendas unifamiliares donde el consumo energético es mayor, por ser energéticamente más ineficientes -su mayor antigüedad incide en su mayor ineficiencia energética, y su mayor tamaño en su mayor uso de energía-, que son las que prevalecen en las zonas rurales de Castilla-La Mancha. Por lo tanto, teniendo en cuenta la tendencia al aumento del precio de algunas fuentes energéticas del que informa la Unión Europea; que los salarios son más bajos en Castilla-La Mancha que en la mayoría de las Comunidades Autónomas españolas; que es en las viviendas unifamiliares donde el consumo energético es mayor -que son las que prevalecen en las zonas rurales de la región-; que la cifra de los castellano-manchegos que afirma no poder mantener su vivienda a una temperatura adecuada es superior a la media española; que según las encuestas realizadas en la región es en las zonas rurales donde los comportamientos de uso energético son más ineficientes, y que, por otro lado, también es en ellas en las que más incide la pobreza energética, todo ello requiere que la situación del conjunto de las familias castellano-manchegas en relación a la eficiencia energética sea aún más urgente de atender, y sobre todo en el ámbito rural. Si, como indica en el año 2011 el Dictamen del Comité Económico y Social Europeo: La pobreza energética en el contexto de la liberalización y de la crisis económica van a seguir incrementándose los precios de algunas fuentes energéticas; si no aumentan en la misma proporción los salarios de los castellano-manchegos; si sigue creciendo la pobreza energética en Castilla-La Mancha como lo está haciendo en los últimos años; si no cambian los hábitos de consumo energético en las zonas rurales para ser más eficientes; y si continúa incidiendo la ineficiencia energética en mayor medida en las viviendas de las zonas rurales, probablemente este gasto se va a convertir en un elemento todavía más importante de los gastos de los hogares de la región, y la cifra de los castellano-manchegos en situación de pobreza energética podría seguir incrementándose. Es por ello por lo que la situación de las familias castellano-manchegas en relación a la eficiencia del consumo energético y a la reducción de la pobreza energética ha de ser un tema prioritario en esta región. La sociedad castellano-manchega necesita, en su conjunto, estar preparada y adaptarse al incremento de los precios de algunas fuentes energéticas en los próximos años; debe tener comportamientos más eficientes energéticamente, y para ello han de definirse medidas específicas a nivel regional, ajustadas a los perfiles de la sociedad a la que se orienten. En materia de actuación pública y regulación, aunque hay numerosas Leyes, Decretos, Planes, Programas, Guías, Estrategias, etc., y son muchos los objetivos y las actuaciones orientadas a que reduzcamos nuestro consumo energético usando de un modo más eficiente la energía, son escasas las iniciativas que basan sus consejos en nuestra experiencia real. La mayoría de publicaciones sobre este tema repiten las indicaciones que, en los documentos oficiales, explican los cambios a realizar en las infraestructuras y los comportamientos que hay que modificar para reducir nuestro consumo de energía -aunque todo parece indicar que no están incidiendo en provocar grandes cambios en nuestros hábitos-. A su vez, toda esa regulación y actuaciones evidencian lo sorprendente que resulta que, desde hace décadas, esos documentos continúen reiterando la importancia de que los ciudadanos reduzcan sus hábitos de consumo energético en los hogares, mientras que es destacable la escasez de estudios empíricos actuales sobre este tema. Aunque hay mucha bibliografía y documentación sobre las interrelaciones entre el medio ambiente, la energía y la sociedad, principalmente están en el ámbito académico o teórico, y son escasos los estudios empíricos que se realizan en la actualidad en España o en Castilla-La Mancha que indaguen en los hábitos, comportamientos, actitudes y valores de uso energético en la sociedad. Tal vez se deba a las exigencias metodológicas, ya que profundizar en los comportamientos de la sociedad conlleva llevar a cabo estudios empíricos en los que hay que implicar directamente a los propios ciudadanos a través de estudios de campo. Hay abundante documentación, medidas y actuaciones orientadas al cambio de actitudes para preservar el medio ambiente, y también son innumerables las campañas de marketing y publicitarias. Pero todo indica que no basta. Ante todo ello hay que recordar que las ciencias sociales constituyen un importante instrumento de cambio social, por lo que han de colaborar activamente con la administración pública para la formulación de las actuaciones, cuyo objetivo sea llevar a cabo investigaciones que indaguen en las resistencias y barreras que tiene la participación activa de la ciudadanía, en lo que se refiere al cambio de los comportamientos de uso energéticos, planificar intervenciones y actuaciones para provocar ese cambio social y que se mantenga en el tiempo, y realizar evaluaciones a posteriori para conocer su impacto. Los científicos sociales de las áreas de ciencias humanas pueden llevar a cabo investigaciones relacionadas con el uso de la energía, elaborar intervenciones de cambio social, y realizar estudios para la acción ciudadana, colaborando así con la administración pública mediante la inclusión de sus perspectivas y los métodos propios de las ciencias sociales. Mientras que los hogares castellano-manchegos, cada vez más afectados por la pobreza energética, solo puedan experimentar alivio inmediato mediante la reducción puntual de la demanda de energía -por ejemplo, sin hacer uso de la calefacción-, no hay que olvidar la importancia de incidir en la importancia de investigar la cultura energética; en la modificación de los hábitos y los comportamientos, las actitudes y los valores, y también en las reticencias para el cambio. El objetivo final consiste en desarrollar estrategias que, al responder de manera efectiva a las resistencias y las barreras, consigan provocar esos cambios en nuestra cultura de consumo energético; es necesario incentivar el cambio en la forma en que los ciudadanos de Castilla-La Mancha consumen la energía, y proponer estrategias y planes para consolidarlo a largo plazo. La práctica y la formulación de políticas públicas regionales, partiendo de las pautas internacionales y nacionales y de su trasposición, deberían dar un paso más para basarse en la realidad social y ajustar los ejes, medidas y actuaciones a sus peculiaridades. Para conseguirlo han de basarse en las singularidades de cada territorio, realizando investigaciones y estudios basados en las perspectivas y los métodos propios de las ciencias sociales. Para finalizar, recordar lo que indica el documento Cambiando los hábitos de consumo energético. Directrices para Programas dirigidos al cambio de comportamiento del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, IDAE, «desafortunadamente, las presiones políticas e ideológicas obligan en muchas ocasiones a llevar a cabo acciones rápidas y notorias. Esto puede dar lugar a programas muy llamativos, pero que a la hora de la verdad no consiguen demasiado en cuanto a cambios en los comportamientos (…) estas actuaciones políticas únicamente resultarán exitosas si están bien enfocadas, son elaboradas a partir de la experiencia colectiva de programas anteriores, y tienen una base científica suficiente» (p.12).