Análisis de indicadores macroeconómicos para la sostenibilidad energética

  1. Martinez Sentana, Alberto
Dirigida por:
  1. Sergio Valero Verdú Director/a
  2. Emilio Velasco Sánchez Codirector/a

Universidad de defensa: Universidad Miguel Hernández de Elche

Fecha de defensa: 14 de julio de 2017

Tribunal:
  1. Antonio Gabaldón Marín Presidente
  2. Ramon P. Ñeco Garcia Secretario/a
  3. Antonio Galiano Garrigós Vocal
  4. Jose Manuel Diez Aznar Vocal
  5. Rafael Montoya Villena Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Llevamos años acostumbrados a escuchar que el sector de las TIC iba a transformar nuestra civilización, también sus aplicaciones para el sector sanitario, o quizá el desarrollo de nuevos materiales como el grafeno, pero, sin ánimo de desmerecer todas esas tecnologías que seguro nos impulsarán hacia la mejora del bienestar de nuestra sociedad, para poder llevar a término todos esos avances, necesitaremos de un sector energético desarrollado, interconectado, social… un sector que permita el desarrollo sostenible, que fomente la competitividad entre los países permitiendo el crecimiento de los no tan competitivos, que la eficiencia energética se despliegue como un concepto global: en los procesos y organizaciones, las infraestructuras y operaciones y, por supuesto, también en las personas y la sociedad. Sin lugar a dudas, la energía forma parte de nuestras vidas de una forma tan sutil que no somos conscientes de la dimensión e implicaciones que adquiere: de naturaleza técnica, económica, organizacional, social,… La energía será un sector estratégico para la Unión Europea durante los próximos 30 años. Así lo confirman todos los informes y anuarios energéticos que, con mayor o menor acierto, ponen en evidencia un sector demasiado olvidado por las políticas de integración europeas y en particular, en las decisiones estratégicas de España. Conceptos como la seguridad y calidad en el suministro de energía para satisfacer la demanda existente, la sostenibilidad ambiental, así como el crecimiento y la prosperidad económica son variables independientes que los estados miembros intentan conjugar. Pero existen dos aspectos transversales al triángulo anterior que empiezan a ser advertidas por las políticas europeas en general y la de los estados en particular: por un lado la vertiente de equidad social de acceso a una energía cada vez más cara, por otro, la creciente necesidad de regulación sobre la adecuada dinamización de los mercados y la protección y vulnerabilidad de los datos de los usuarios de esa energía. Todo lo anterior, viene agravado por un estancamiento en el crecimiento de las economías de los estados miembros de la UE durante los últimos años. Las políticas energéticas de los países de la UE deberán definir estrategias y tomar las decisiones necesarias para garantizar la prosperidad de unas economías muy diversas. Además, la diferente coyuntura energética y territorial de los países y la estructura de mix energético, complicará aún más si cabe una armonización energética territorial, sobretodo en Europa, donde se sigue manteniendo una gran dependencia energética exterior debido a la muy demandada todavía energía proveniente de los combustibles fósiles, lo que produce un déficit y una deuda energética que afectará irremediablemente al crecimiento de los países de la zona euro. En definitiva, cualquier planteamiento de estrategias energéticas sostenibles se debe analizar partiendo de una serie de conceptos fundamentales: la seguridad y calidad de suministro para satisfacer una demanda de energía cada vez más cambiante en unas condiciones adecuadas, respetando el medioambiente y la biodiversidad ante el impacto que produce el uso de la energía en cualquiera de sus formas; impulsando la economía sostenible, teniendo en cuenta la eficiencia en los procesos, en las organizaciones y en las personas, así como la responsabilidad social de los sectores productivos, como generadores de empleo; garantizando la equidad social en todas sus formas, con un acceso universal a la energía a costes razonables, dinamizando a la vez los mercados energéticos, haciéndolos más eficientes y competitivos. Enmarcando todo ello, como no puede ser de otra manera, deben definirse unas políticas energéticas, que mediante la utilización de tecnologías adecuadas, impulsen la prosperidad de la humanidad y su avance hacia la sociedad del conocimiento.